No vayas a conocer el amor cuando tu corazón miserable esté deshabitado;
cuando tu trabajo ande mal, te asedien los acreedores, haya nuevo insoportable jefe en la
oficina y estén a punto de lanzarte infamemente de tu feliz departamento,
no lo vayas a conocer, que no te lo presenten;
dile que padeces Mal de Parkinson o que partes a Europa para nunca más volver al día
siguiente.
Porque si en esos momentos el amor se instala en tu corazón miserable, como una mujer
entrometida que cambia de lugar los muebles y hace teñir de colores tenues las cortinas,
no podrás pertrecharte; no habrá fortines encajados en la cumbre inaccesible de algún
risco,
te vendrás abajo con todos tus estandartes y nada quedará de ti más que un patético
muchacho enamorado.
José Joaquín Blanco.
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